
La inseminación intrauterina está indicada en aquellos casos en los que hay una dificultad o impedimento para el pasaje de espermatozoides a través del cuello uterino, ya sea por alteraciones en la calidad del semen o del moco cervical o inconvenientes en la relación sexual.
La inseminación intrauterina obtiene sus mejores resultados cuando se usa en forma complementaria a la inducción de la ovulación, ya que mejora las posibilidades de embarazo.
La inseminación no es efectiva en casos de esterilidad masculina severa (en cantidad o calidad), ni en mujeres con trompas de Falopio dañadas.
El procedimiento
Cuando 2 ó 3 folículos han llegado al tamaño deseado se indica la inyección de HCG para producir la ovulación. El varón lleva una muestra de semen fresco al laboratorio donde es especialmente preparado. Mediante técnicas de laboratorio se separan solo los espermatozoides móviles, de mejor calidad, obteniéndose un volumen de aproximadamente 0.5 ml, el cual es utilizado en la inseminación. La muestra así obtenida se coloca en el útero a través de una cánula fina. Este procedimiento es indoloro.
Los riesgos de la inseminación intrauterina son los inherentes a la inducción de ovulación. Esto implica el embazo múltiple y el síndrome de hiperestimulación ovárica. Ambos pueden evitarse controlando la inducción de ovulación. La inseminación intrauterina no necesita anestesia general ni procedimientos riesgosos para la mujer, por lo cual es ampliamente utilizada. Sin embargo, si luego de varios intentos no se logra el embarazo, queda a criterio de la pareja y del profesional actuante pasar a otros métodos de tratamiento, tales como Fertilización in Vitro (FIV), Transferencia Intratubaria de Gametos (GIFT)o Inyección Intracitoplasmática de un espermatozoide (ICSI).
La muestra debe recogerse con tres días de abstinencia sexual previa y ser enviada al laboratorio antes de transcurrida una hora de la recolección